viernes, 17 de abril de 2009

Poema - Salmo VII de Francisco de Quevedo

¿Dónde Pondré, Señor, mis tristes ojos
que no vea tu poder divino y santo?
Si al cielo los levanto,
del sol en los ardientes Rayos Rojos


te miro hacer asiento;
si al manto de la noche soñoliento,
leyes te veo poner a las estrellas;
si los bajo a las tiernas plantas bellas,


te veo pintar las flores;
si los vuelvo a mirar los pecadores
que tan sin rienda viven como vivo,


con Amor excesivo,
allí hallo tus brazos ocupados
más en sufrir que en castigar pecados.